El Conventillo en Chascomús Rock 2007

El sábado pasado nos fuimos hacer conventillo a 120 kilómetros de la Capital Federal y volvimos con la sensación de que la movida del rock está más fuerte que nunca. Chascomús Rock 2007 fue una fiesta a puro trapo y con todo el aliento. El show empezó con algún retraso, el típico al que estamos acostumbrados todos en Argentina. Poco a poco el polideportivo municipal se fue llenando de banderas, remeras, fans, cánticos y –sobre todo- de mucho rock & roll. Y sí, el rock es así: agite, aguante, sentimiento y pasión.

Cada banda puso mucho de lo suyo. En cada canción, en cada melodía, se notaba el trabajo constante que viene realizando cada músico en forma individual y cada grupo en su conjunto como banda entera. Esa cosa que tiene el rock en querer transmitir rebeldía, furor y esa locura galopante, todo eso era lo que nos llegaba desde el escenario.

Este 24 de marzo se cumplieron 31 años del último golpe militar. Chascomús no estuvo ajena a la historia. En ese grito masivo “el que no salta es militar” se repudió la violencia y la represión. Y cada banda en escena supo homenajear -con sus temas- a los 30.000 desaparecidos: Sordos comenzaba su show afirmando que “todas las bandas acá presentes, si bien de fiesta, sabemos que hoy es una fecha importante”; Bluesifer tocaba Jugando a la libertad al son de “la única libertad que podemos tener”; y –más sobre el final- Superlógico gritaba “hoy es un día de mierda”.
Bluesifer en escena, durante su show.

Pero “el show debe continuar”. Todas las bandas tuvieron su momento de rock. Un rock acompañado de saltos, gritos, papelitos, globos y banderas. Y a pesar de que varias veces se pedía “una más y no jodemos más” nos quedamos con ganas de sentir a pleno ese latido infinito. El disfrute fue máximo.

“Dame más, quiero más”

Totalmente iluminados los chicos de Bluesifer tocaron sus clásicos y ese destacable de Luces, llenó de claridad un festival inolvidable. Despedazados arrancó bien arriba con su tema Esto me cuesta (“el primer hijo de la banda”, según calificó su manager) y, agitando bien fuerte la bandera con la insignia “mi puta condena”, desplegó todo su rock pesado.
Despedazados son Ale, Lucas yFranco.

Con Bitch comenzaron los covers y, al arrancar el rock piojoso de Sordos, el público cambió de color: un naranja furioso inundó el polideportivo. También el festival apostó a Dos Comodines, Maltratados, La Hechicera, Blender, y Superlógico. Ésta última recreó casi toda la discografía de Patricio Rey y sus redonditos de Ricota, buscando “entretener, a través de esta banda, lo mejor que tuvo el rock nacional”.

Los platenses de Estelares nos hicieron bailar con su ya afamado tema Aire y mantuvieron su excelente crítica de la prensa ya cosechada con su disco “Sistema nervioso central”.

Etiqueta desembarcó con su sólido rock, transmitiendo a través de sus letras la realidad cotidiana de gente común. Apenas subió Gustavo “Tachy” Carreras –su cantante- al escenario se conectó con su público, que lo esperaba con papelitos, cánticos y todo el furor que ellos mismos reciben de esta banda que la viene pegando desde bien abajo.

Y por fin fue el turno de ellos: Las Pastillas del Abuelo encontró una audiencia ya enérgica, agitada, completamente entregada al más puro rock: “Ahora sí, estoy como quiero, en un presente a puro sentimiento”. Toda la urbanidad, toda la sencillez, toda la profundidad de cada historia contada a través de cada letra nos hizo ir “perdiendo al fin la noción del tiempo”. Y, como “en estos tiempos salir de abajo, no está de moda, campeón”, es que Las Pastillas brindan ese incondicional apoyo a las bandas más chicas: arriba del escenario la casaca transpirada era de "Bluesifer".

El turno de las Pastillas, con el "Piti" Fernández.

Cuando creíamos que ya no podíamos vibrar más, que la voz se nos quedaba afónica, y que las piernas temblaban de tanto saltar, llegó el momento del postre: Cielo Razzo. Si el rock es bueno, sacamos fuerzas de quien sabe que recóndito lugar… Y ahí nomás se siente correr el rock en nuestras venas, eso es lo que Cielo transmite. El ritmo adentro nos lleva a saltar un poco más, a gritar un poco más, a agitar un poco más… Y ese más es todo! El rock es así… entonces que sea rock!

Por Andy Pantarotto y Jime Fernández.